Me puse muy caliente en París cuando la zorra chupapollas Jean Paul Bouchard empezó a trabajar en mi piruleta de 9 pulgadas. Intentó con todas sus fuerzas conseguirlo hasta el fondo de su garganta para complacerme. ¡Qué gran chupapollas! Le pregunté si le gustaba mear… No dijo que no, así que lo llevé al baño para mearlo. ¡Incluso bebió un poco! Para agradecerle su buen trabajo con mi polla carnosa, tomé su trasero, lo estiré y lo envié de regreso a casa con un agujero jadeante. ¿Quién es el siguiente?
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