No era ningún secreto que al hombre le gustaban los chicos jóvenes, pero cualquier maduro suele volverse loco con los jovencitos. En esta ocasión no se trataba de su hijo, sino de un chico con el que tenía una estrecha relación y que para él era una figura paterna. Sin embargo la principal diferencia respecto a un padre y un hijo es que ellos dos solían follar casi a diario.
Aun así él solía tratarle como a un hijo, e incluso le hablaba en los mismos términos, y el muchacho lo trataba como a un padre. Y por eso tal vez era tan servicial y esperaba complacerle y que estuviera orgulloso de él. Y para ello no había mejor forma que comenzar a chuparle el rabo. Tenía ya bastante experiencia en las mamadas, por lo que le hizo una bastante buena mientras el maduro le decía que se preparase que iba a penetrarle su culito.
Así fue como esta peculiar pareja acabó follando otra vez más, y como de costumbre ambos acabaron corriéndose casi a la vez.
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